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jueves, 9 de abril de 2020

¿Que hace la Iglesia durante la Cuarentena?

Lineamientos del Arzobispado de Buenos Aires
La Iglesia debió tomar el control y generar propuestas generales para que todos sus clérigos puedan seguir una hoja de ruta en común. Después de la primera semana de cuarentena obligatoria, el Arzobispado mandó un lineamiento con muchas cosas bien claras, alentando las transmisiones y diciendo que los curas que pueden hacerlo, lo hagan.

 "Al principio estábamos medio perdidos, pero después llegó algo de arriba alentando eso”, reltata  Daniel, un vicario de la Parroquia San Antonio de Padua de la ciudad de Buenos Aires dice que “no hay que olvidar que esto lo vivió primero el Vaticano que nosotros. La Iglesia ya tenía la experiencia de lo que estaban haciendo los curas en Italia, España, y en algunos lugares de EEUU. Aprender de experiencias ajenas sirvió. Si el mismo Papa hace todo sin gente, eso dio pie a que nosotros también lo hagamos”.


Entrevista de Vatican News.
La entrevista se publica simultáneamente en The Tablet (Londres) y en Commonweal (Nueva York). ABC ofrece el texto original en español y La Civiltà Cattolica en italiano.
Santo Padre, ¿cómo está viviendo la pandemia y encierro, tanto en la Casa Santa Marta como el Vaticano en general, en lo práctico y en lo espiritual?

La Curia trata de sacar adelante el trabajo, de vivir normalmente, organizándose por turnos para que no toda la gente esté junta en el mismo momento. Una cosa bien pensada. Mantenemos las medidas establecidas por las autoridades sanitarias. Aquí en Casa Santa Marta se han hecho dos turnos de comida, que ayudan bastante a aliviar el impacto. Cada uno trabaja en su oficina o desde su habitación con medios digitales. Todo el mundo está trabajando; aquí no hay ociosos.

¿Cómo lo vivo yo espiritualmente? Rezo más, porque creo que debo hacerlo, y pienso en la gente. Es algo que me preocupa: la gente. Pensar en la gente a mí me unge, me hace bien, me saca del egoísmo. Por supuesto tengo mis egoísmos: el martes viene el confesor, o sea que ahí arreglo las otras cosas. Pienso en mis responsabilidades de ahora y ya para el después. ¿Cuál va a ser mi servicio como obispo de Roma, como cabeza de la iglesia, en el después? Este después ya empezó a mostrar que va a ser un después trágico, un después doloroso, por eso conviene pensar desde ahora. Se ha organizado a través del Dicasterio del Desarrollo Humano Integral una comisión que trabaja en esto y se reúne conmigo.
La gran preocupación mía –al menos la que siento en la oración– es cómo acompañar al pueblo de Dios y estar más cercano a él. Este es el significado de la misa de las siete de la mañana en «streaming» (o retransmitida en directo), que mucha gente sigue y se siente acompañada; de algunas intervenciones mías, y del acto del 27 de marzo en la plaza de San Pedro. Y de un trabajo bastante intenso a través de la Limosnería Apostólica, de presencia para acompañar las situaciones de hambre y enfermedad. Estoy viviendo este momento con mucha incertidumbre. Es un momento de mucha inventiva, de creatividad.






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