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martes, 27 de septiembre de 2016

Peregrinación a Luján

Un nuevo año cogrega a muchos jóvenes y familias a caminar hacia el santuario más famoso y popular de nuestra Argentina. El Santuario de la Santísima Virgen de Luján.



Este año bajo el lema: "Madre danos tu mirada para vivir como hermanos" se nos invita a caminar rezando y reflexionando con estas palabras.
Los motivos se repiten año tras año.
Peregrinar para pedir una gracia o bajo una intención; para pedir la salud de un familiar o ser querido, para realizar una promesa a Dios, para agradecer, para rezar de otra manera como Iglesia, para llevar la cruz de la vida bajo el amparo de la Virgen de Luján, o para encontrar algún sentido que no se tiene.
Te invito a entrar en la página oficial dónde encontrarás todo lo que querés saber acerca de esta manifestación de fe, de amor y de esperanza que empezó en 1972 con algunos jóvenes que partieron desde el Santuario de San José de Flores y que nunca imaginaron lo que podría llegar a ser.



Te dejo el link más importante de la peregrinación a pie a Luján donde encontrarás:

  • La historia de la imagen y del santuario.
  • Información sobre la peregrinación y su historia
  • Si vas caminando, el mapa de la peregrinación y los puestos sanitarios
  • Si querés ayudar, el espacio para anotarse en el voluntariado.
  • Descarga de videos, spot publicitario e información de difusión.
  • Contacto entre los peregrinos a través de las redes sociales facebook y tweeter
  • Oraciones, novena a la Virgen de Luján y lugar de Bautismos e intenciones. 

Un video muy alusivo sobre la cantidad de gente que entra al Santuario de Luján. 
Una sorprendente cámara continua puede darte alguna idea de lo que es llegar a este lugar de gracia y bendición.






lunes, 12 de septiembre de 2016

¿Qué nos pide Dios? Los Santos responden

En esta homilía del Papa Francisco en el día de la canonización de la Madre Teresa de Calcuta se nos explica cómo la vida de una persona es un misterio. El misterio de cómo respondemos a nuestra propia vocación.
Cada uno de nosotros tiene un llamado interior el cual debe buscar con todo el corazón. La respuesta a ese llamado se traduce en lo que hacemos en nuestra vida.
Son los santos los que responden con acierto a la pregunta: ¿Para que estoy hecho? ¿En qué cosas debo gastar mi vida?
Actividad:

  1. Descubrí en esta homilía cuál fue la respuesta concreta de la Santa Madre Teresa de Calcuta al llamado de Dios en su vida.
  2. ¿Qué dice la Biblia sobre el misterio de la vocación humana?
  3. ¿Cómo ha realizado su obra de caridad y misericordia en la India? recordemos que es un lugar donde conviven varias religiones (budismo, cristianismo, hinduismo, islam) y donde convergen ricos y pobres que conviven en un país de muchísima población. 
  4. ¿Qué significa para nosotros tener una santa como ella en el año jubilar de la misericordia?
Animate a responder. 


Homilía del Papa Francisco:

«¿Quién comprende lo que Dios quiere?» (Sb 9,13). Este interrogante del libro de la Sabiduría, que hemos escuchado en la primera lectura, nos presenta nuestra vida como un misterio, cuya clave de interpretación no poseemos. Los protagonistas de la historia son siempre dos: por un lado, Dios, y por otro, los hombres. Nuestra tarea es la de escuchar la llamada de Dios y luego aceptar su voluntad. Pero para cumplirla sin vacilación debemos ponernos esta pregunta. ¿Cuál es la voluntad de Dios en mi vida?
La respuesta la encontramos en el mismo texto sapiencial: «Los hombres aprendieron lo que te agrada» (v. 18). Para reconocer la llamada de Dios, debemos preguntarnos y comprender qué es lo que le gusta. En muchas ocasiones, los profetas anunciaron lo que le agrada al Señor. Su mensaje encuentra una síntesis admirable en la expresión: «Misericordia quiero y no sacrificios» (Os 6,6; Mt 9,13). A Dios le agrada toda obra de misericordia, porque en el hermano que ayudamos reconocemos el rostro de Dios que nadie puede ver (cf. Jn 1,18). Y cada vez que nos hemos inclinado ante las necesidades de los hermanos, hemos dado de comer y de beber a Jesús; hemos vestido, ayudado y visitado al Hijo de Dios (cf. Mt 25,40): es decir, hemos tocado la carne de Cristo.
Estamos llamados a concretar en la realidad lo que invocamos en la oración y profesamos en la fe. No hay alternativa a la caridad: quienes se ponen al servicio de los hermanos, aunque no lo sepan, son quienes aman a Dios (cf. 1 Jn 3,16-18; St 2,14-18). Sin embargo, la vida cristiana no es una simple ayuda que se presta en un momento de necesidad. Si fuera así, sería sin duda un hermoso sentimiento de humana solidaridad que produce un beneficio inmediato, pero sería estéril porque no tiene raíz. Por el contrario, el compromiso que el Señor pide es el de una vocación a la caridad con la que cada discípulo de Cristo lo sirve con su propia vida, para crecer cada día en el amor. Hemos escuchado en el Evangelio que «mucha gente acompañaba a Jesús» (Lc 14,25). Hoy aquella «gente» está representada por el amplio mundo del voluntariado, presente aquí con ocasión del Jubileo de la Misericordia. Vosotros sois esa gente que sigue al Maestro y que hace visible su amor concreto hacia cada persona. Os repito las palabras del apóstol Pablo: «He experimentado gran gozo y consuelo por tu amor, ya que, gracias a ti, los corazones de los creyentes han encontrado alivio» (Flm 1,7). Cuántos corazones confortan los voluntarios. Cuántas manos sostienen; cuántas lágrimas secan; cuánto amor derraman en el servicio escondido, humilde y desinteresado. Este loable servicio da voz a la fe - ¡da voz a la fe! y expresa la misericordia del Padre que está cerca de quien pasa necesidad. El seguimiento de Jesús es un compromiso serio y al mismo tiempo gozoso; requiere radicalidad y esfuerzo para reconocer al divino Maestro en los más pobres y descartados de la vida y ponerse a su servicio. Por esto, los voluntarios que sirven a los últimos y a los necesitados por amor a Jesús no esperan ningún agradecimiento ni gratificación, sino que renuncian a todo esto porque han descubierto el verdadero amor. Y cada uno de nosotros puede decir: ‘Igual que el Señor ha venido a mi encuentro y se ha inclinado sobre mí en el momento de necesidad, así también yo salgo al encuentro de él y me inclino sobre quienes han perdido la fe o viven como si Dios no existiera, sobre los jóvenes sin valores e ideales, sobre las familias en crisis, sobre los enfermos y los encarcelados, sobre los refugiados e inmigrantes, sobre los débiles e indefensos en el cuerpo y en el espíritu, sobre los menores abandonados a sí mismos, como también sobre los ancianos dejados solos. Dondequiera que haya una mano extendida que pide ayuda para ponerse en pie, allí debe estar nuestra presencia y la presencia de la Iglesia que sostiene y da esperanza’ Y hacer esto con la memoria viva de la mano tendida del Señor sobre mí, cuando estaba caído. Madre Teresa, a lo largo de toda su existencia, ha sido una generosa dispensadora de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada. Se ha comprometido en la defensa de la vida proclamando incesantemente que «el no nacido es el más débil, el más pequeño, el más pobre». Se ha inclinado sobre las personas desfallecidas, que mueren abandonadas al borde de las calles, reconociendo la dignidad que Dios les había dado; ha hecho sentir su voz a los poderosos de la tierra, para que reconocieran sus culpas ante los crímenes - ¡ante los crímenes! - de la pobreza creada por ellos mismos. La misericordia ha sido para ella la «sal» que daba sabor a cada obra suya, y la «luz» que iluminaba las tinieblas de los que no tenían ni siquiera lágrimas para llorar - para llorar - su pobreza y sufrimiento. Su misión en las periferias de las ciudades y en las periferias existenciales permanece en nuestros días como testimonio elocuente de la cercanía de Dios hacia los más pobres entre los pobres. ¡Hoy entrego esta emblemática figura de mujer y de consagrada a todo el mundo del voluntariado: que ella sea vuestro modelo de santidad! Pienso, quizá, que tendremos un poco de dificultad en llamarla Santa Teresa: su santidad está tan cerca de nosotros, tan tierna y fecunda que espontáneamente la seguiremos llamando: ¿madre Teresa’... Esta incansable trabajadora de la misericordia nos ayude a comprender cada vez más que nuestro único criterio de acción es el amor gratuito, libre de toda ideología y de todo vínculo y derramado sobre todos sin distinción de lengua, cultura, raza o religión. Madre Teresa amaba decir: «Tal vez no hablo su idioma, pero puedo sonreír». Llevemos en el corazón su sonrisa y entreguémosla a todos los que encontremos en nuestro camino, especialmente a los que sufren. Abriremos así horizontes de alegría y esperanza a toda esa humanidad desanimada y necesitada de comprensión y ternura.


martes, 6 de septiembre de 2016

Madre Teresa de Calcuta. Santa.

La madre Teresa de Calcuta es Santa.
Decubrí su vida y su obra con este video.





Escribí 3 frases de la Madre Teresa de Calcuta que más te hayan impactado y ponelas bien grande en tu agenda, cuaderno, cartel de corcho, u oficina para recordar durante este año.

jueves, 1 de septiembre de 2016

El Cura Brochero. Vida y obra.

Otra semblanza memorable para este año en el cual, será canonizado. Se trata de José Gabriel del Rosario Brochero. Una vida de enorme calibre humano y espiritual que se volcó por entero al bien de sus feligreses, haciéndolos progresar no solo espiritualmente sino también de modo humano. 
Su semblanza en este espacio para que sepamos a quien tenemos en el Cielo intercediendo por nosotros.



Vida y obra del Cura Brochero.
  
Nació en los aledaños de Santa Rosa de Río Primero (Córdoba) el 16 de marzo de 1840. Era el cuarto de diez hermanos, que vivían de las tareas rurales de su padre. Creció en el seno de una familia de profunda vida cristiana. Dos de sus hermanas fueron religiosas del Huerto.


   Habiendo ingresado al Colegio Seminario Ntra. Sra. de Loreto el 5 de marzo de 1856, fue ordenado sacerdote el 4 de noviembre de 1866. Como ayudante de las tareas pastorales de la Catedral de Córdoba, desempeñó su ministerio sacerdotal durante la epidemia de cólera que desbastó a la ciudad. Siendo Prefecto de Estudios del Seminario Mayor, obtuvo el título de Maestro en filosofía por la Universidad de Córdoba.


    A fines de 1869 asumió el extenso Curato de San Alberto de 4.336 kilómetros cuadrados. Con poco más de 10.000 habitantes que vivían en lugares distantes sin caminos y sin escuelas. Incomunicados por las Sierras Grandes de más de 2.000 metros de altura. El estado moral y la indigencia material de sus habitantes eran lamentables. El corazón apostólico de Brochero no se desanima, sino que desde ese momento dedicara su vida toda no sólo a llevar el Evangelio sino a educar y promocionar a sus habitantes. Al año siguiente de llegar, comenzó a llevar a hombres y mujeres a Córdoba, para hacer los Ejercicios Espirituales. Recorrer los 200 kilómetros requería tres días a lomo de mula, en caravanas que muchas veces superaban las quinientas personas. Más de una vez fueron sorprendidos por fuertes tormentas de nieve. Al regresar, luego de nueve días de silencio, oración y penitencia sus feligreses iban cambiando de vida, siguiendo el Evangelio y buscando el desarrollo económico de la zona. 

   En 1875, con la ayuda de sus feligreses, comenzó la construcción de la Casa de Ejercicios de la entonces Villa del Transito (localidad que hoy lleva su nombre). Fue inaugurada en 1877 con tandas que superaron las 700 personas, pasando por la misma, durante el ministerio parroquial del Siervo de Dios, más 40.000 personas. Para complemento construyó la casa para las religiosas, el Colegio de niñas y la residencia para los sacerdotes. Con sus feligreses construyó más de 200 kilómetros de caminos y varias iglesias, fundó pueblos y se preocupó por la educación de todos. Solicitó ante las autoridades y obtuvo mensajerías, oficinas de correo y estafetas telegráficas. Proyectó el ramal ferroviario que atravesaría el Valle de Traslasierra uniendo Villa Dolores y Soto para sacar a sus queridos serranos de la pobreza en que se encuentran. "abandonados de todos pero no por Dios", como solía repetir. 


   Predicó el Evangelio asumiendo el lenguaje de sus feligreses para hacerlo comprensible a sus oyentes. Celebró los sacramentos, llevando siempre lo necesario para la Misa en las ancas de su mula. Ningún enfermo quedaba sin los sacramentos, para lo cual ni la lluvia ni el frío lo detenían. "Ya el diablo me va a robar un alma", decía. 


   Se entregó por entero a todos, especialmente a los pobres y alejados, a quienes buscó solicitadamente para acercarlos a Dios. Pocos días después de su muerte, el diario católico de Córdoba escribe: "Es sabido que el Cura Brochero contrajo la enfermedad que lo ha llevado a la tumba, porque visitaba largo y hasta abrazaba a un leproso abandonado por ahí". Debido a su enfermedad, renunció al Curato, viviendo unos años con sus hermanas en su pueblo natal. Pero respondiendo a la solicitud de sus antiguos feligreses, regresó a su casa de Villa del Tránsito, muriendo leproso y ciego el 26 de enero de 1914.





Ceferino Namuncurá.

Otro beato argentino es Ceferino Namuncurá, que sin duda alguna llegará a ser santo. Tratando de recordar su vida tan corta pero tan fructuosa. Para muchos es el punto de encuentro entra la gracia y la naturaleza humana.




Les dejo una semblanza del joven que ha iluminado nuestras vidas e intercede desde el Cielo por todos nosotros. Del rector mayor de los padres salesianos D. Pascual Chavez Villanueva.


Ceferino Namuncurá (1886-1905)


La santidad de Ceferino es expresión y fruto de la espiritualidad juvenil salesiana, una espiritualidad hecha de alegría, de amistad con Jesús y María, de cumplimiento de los propios deberes y de entrega por los demás. Ceferino representa la prueba más convincente de la fidelidad con la que los primeros misioneros mandados por don Bosco lograron repetir aquello que él había hecho en el Oratorio de Valdocco:  formar jóvenes santos. Este sigue siendo nuestro compromiso de hoy, en un mundo que necesita jóvenes impulsados por un claro sentido de la vida, audaces en sus opciones y firmemente centrados en Dios mientras sirven a los demás.



La vida de Ceferino es una parábola de tan sólo 19 años, pero rica de enseñanzas.
Nació en Chimpay el día 25 de agosto de 1886 y fue bautizado, dos años más tarde, por el misionero salesiano don Milanesio, que había mediado en el acuerdo de paz entre los mapuches y el ejército argentino, haciendo posible al papá de Ceferino conservar el título de "gran cacique" para sí, y también el territorio de Chimpay para su pueblo. Tenía 11 años cuando su padre lo inscribió en una escuela estatal de Buenos Aires, pues quería hacer del hijo el futuro defensor de su pueblo. Pero Ceferino no se encontró a gusto en aquel centro y el padre lo pasó al colegio salesiano "Pío IX".