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jueves, 4 de mayo de 2017

La condición humana

Filosofía y Catequesis sobre la dignidad de la persona humana.

Buscar datos sobre Blaise Pascal en internet. Averiguar quien fue, en qué época vivió y qué aportes dejó para nosotros.

Artículo sobre Pascal.
En su análisis del hombre, Pascal se centra en dos lados muy contradictorios de la naturaleza humana caída. El hombre es, a la vez, noble y miserable. Noble, porque ha sido creado a la imagen de Dios; miserable, porque ha caído y está alienado de Dios. En una de sus notas más apasionadas, Pascal dice lo siguiente:
"¡Qué clase de engendro es el hombre! ¡Qué novedad, qué absurdo es, cuán caótico y qué masa de contradicciones y, sin embargo, qué prodigio! Es el juez de todas las cosas, mas un débil gusano. Es depositario de la verdad y, sin embargo, se hunde en tanta duda y error. ¡Es la gloria y la escoria del universo!”. Además, Pascal dice que sabemos que somos miserables. Pero es este mismo conocimiento que muestra nuestra grandeza.
Pascal argumenta que es importante tener una comprensión correcta de nosotros. Dice que "es tan peligroso que el hombre conozca a Dios sin conocer nuestra propia condición miserable como conocer su propia condición miserable sin conocer al Redentor que lo puede liberar de esa condición". Por lo tanto, nuestro mensaje debería ser que "existe un Dios que pueden conocer los hombres, y existe una corrupción en nuestra naturaleza que nos hace indignos de Él" Esto prepara al incrédulo para escuchar acerca del Redentor que reconcilia al pecador con el Creador. 

1. Sobre el artículo de Blaise Pascal, responder:
a.       ¿Por qué es necesario que la persona conozca su grandeza y su miseria?
b.       ¿Cuáles son las motivaciones humanas para que pueda encontrar su destino?


Concilio Vaticano II
Gaudium et Spes

Constitución del hombre

14. En la unidad de cuerpo y alma, el hombre, por su misma condición corporal, es una síntesis del universo material, el cual alcanza por medio del hombre su más alta cima y alza la voz para la libre alabanza del Creador. No debe, por tanto, despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, debe tener por bueno y honrar a su propio cuerpo, como criatura de Dios que ha de resucitar en el último día. Herido por el pecado, experimenta, sin embargo, la rebelión del cuerpo. La propia dignidad humana pide, pues, que glorifique a Dios en su cuerpo y no permita que lo esclavicen las inclinaciones depravadas de su corazón.
No se equivoca el hombre al afirmar su superioridad sobre el universo material y al considerarse no ya como partícula de la naturaleza o como elemento anónimo de la ciudad humana. Por su interioridad es, en efecto, superior al universo entero; a esta profunda interioridad retorna cuando entra dentro de su corazón, donde Dios le aguarda, escrutador de los corazones, y donde él personalmente, bajo la mirada de Dios, decide su propio destino. Al afirmar, por tanto, en sí mismo la espiritualidad y la inmortalidad de su alma, no es el hombre juguete de un espejismo ilusorio provocado solamente por las condiciones físicas y sociales exteriores, sino que toca, por el contrario, la verdad más profunda de la realidad.

Dignidad de la inteligencia, verdad y sabiduría
15. Tiene razón el hombre, participante de la luz de la inteligencia divina, cuando afirma que por virtud de su inteligencia es superior al universo material. Con el ejercicio infatigable de su ingenio a lo largo de los siglos, la humanidad ha realizado grandes avances en las ciencias positivas, en el campo de la técnica y en la esfera de las artes liberales. Pero en nuestra época ha obtenido éxitos extraordinarios en la investigación y en el dominio del mundo material. Siempre, sin embargo, ha buscado y ha encontrado una verdad más profunda. La inteligencia no se ciñe solamente a los fenómenos. Tiene capacidad para alcanzar la realidad inteligible con verdadera certeza, aunque a consecuencia del pecado esté parcialmente oscurecida y debilitada.
Finalmente, la naturaleza intelectual de la persona humana se perfecciona y debe perfeccionarse por medio de la sabiduría, la cual atrae con suavidad la mente del hombre a la búsqueda y al amor de la verdad y del bien. Imbuido por ella, el hombre se alza por medio de lo visible hacia lo invisible.
Nuestra época, más que ninguna otra, tiene necesidad de esta sabiduría para humanizar todos los nuevos descubrimientos de la humanidad. El destino futuro del mundo corre peligro si no forman hombres más instruidos en esta sabiduría. Debe advertirse a este respecto que muchas naciones económicamente pobres, pero ricas en esta sabiduría, pueden ofrecer a las demás una extraordinaria aportación.
Con el don del Espíritu Santo, el hombre llega por la fe a contemplar y saborear el misterio del plan divino.

2. Sobre el artículo del Vaticano II
a.       ¿Por qué el Ser humano no debe despreciar su cuerpo?
b.       ¿Por qué el hombre es superior al mundo material que le rodea?
c.       ¿Inteligencia y Sabiduría humana es lo mismo? Explicar.

d.       Pregunta rompecoco: ¿En qué se parece el texto del Concilio Vaticano II al de Blaise Pascal?

martes, 7 de marzo de 2017

Dios no quiere la muerte del pecador

Ya habrás escuchado esta frase de la Biblia: "Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva" Ez. 18, 21-28
Te dejo un cuadro de un famoso pintor Rembrandt. Ha pintado una escena del evangelio de Lucas. El regreso del hijo pródigo o también el perdón del Padre misericordioso.

Meditemos en esta cuaresma ¿cuáles son las razones para pedir perdón?. ¿Qué nos enseña esta historia y este cuadro?
Describí quienes son cada uno de las personas que ves
¿Con qué personaje te identificás?
Hacé una oración para pedir perdón en este tiempo de cuaresma



Lectura del Evangelio de Lucas:

Lucas 15:11-32

11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos;
12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.
13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.
14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.
15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos.
16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.
17 Y volviendo en sí, dijo: !!Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.
20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.
21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.
22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.
23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;
24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
25 Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas;
26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
27 Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano.
28 Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase.
29 Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos.
30 Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo.
31 Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.
32 Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.



Análisis del cuadro: 


En este lienzo aparecen cinco personajes masculinos en un espacio de características inapreciables. En un primer plano y de espaldas al espectador, un joven aparece arrodillado y recostando su cabeza, ligeramente girada a la derecha, sobre el regazo de un anciano, su padre.

Los pies del joven reflejan la historia de un viaje humillante: el pie izquierdo, fuera del calzado, muestra una cicatriz, al mismo tiempo que la sandalia del pie derecho está rota.


La ropa es vieja, de color amarillento y marrón, está estropeada, y el personaje ha sido representado con la cabeza rapada. Sin embargo, lleva ceñida a la cintura una pequeña espada. Su rostro no se advierte, pues el joven lo hunde en las vestiduras paternas.

Frente a él figura el padre, inclinado levemente sobre su hijo, posando las manos sobre su espalda. Las vestiduras del anciano están cubiertas por un manto rojo y por debajo de éste asoman las mangas de una túnica de color ocre con reflejos de un dorado verdoso que contrasta con los vestidos harapientos del joven.


A la derecha del grupo anterior se sitúa el hermano mayor. Existe un parecido entre éste y su padre, tanto por la barba como por sus atuendos. Es un hombre alto,de postura señorial y rígida , lo cual se acentúa con el fino bastón que sostiene entre sus manos. Su mirada aparece fría y distante, a diferencia de la del padre, que es tierna y acogedora. Nada tienen que ver tampoco sus manos con las de su progenitor: si el padre con sus manos extendidas da acogida al hermano menor, el recogimiento de las suyas insinúa un cierto rechazo. Cabe destacar también que se mantiene apartado de la escena principal,lo que corrobora que no parece ser un alejamiento sólo físico. Una tercera contraposición se podría establecer en la forma con que Rembrandt trata la luz que incide sobre su rostro y la que utiliza para iluminar el rostro del padre: la primera, es fría y estrecha; la segunda, cálida y amplia.



Completan el cuadro dos personajes más, un hombre sentado que se golpea en el pecho, posiblemente un administrador, y, en último término un recaudador de impuestos al que tan sólo se le intuye el rostro, totalmente ensombrecido y, por tanto, difuso. Estos dos personajes son también testigos de los hechos que están teniendo lugar, pero su papel es secundario. Rembrandt ha querido otorgar el protagonismo a las otras tres figuras, que se agrupan originando dos centros (padre y hermano menor a la izquierda, y hermano mayor a la derecha). Destaca ante el espectador el espacio que se abre entre ambos grupos y que ocupa el centro de la composición.

La escena del hijo perdido y encontrado podría darse en nuestro mundo de hoy. Siempre hay lugar para aquel que desea volver a la casa de su padre.


De la película Jesús de nazaret de Franco Zefrirelli. El regreso del hijo pródigo.